jueves, 22 de marzo de 2012

Blancanieves en el Garcia Bernalt




Erase una niña que tenía 15 años y vivía en un instituto. ¿Cómo era posible que viviera en un sitio así?, se preguntará cualquier lector. Pues bien, lo que tenemos que saber es que vivía de forma secreta. En este instituto había dos puertas cerradas debajo de las escaleras, y todo el mundo creía que era donde se guardaban los objetos de limpieza.

Nadie sabía que aquellos cuartitos eran el acceso a un gran sótano secreto donde vivía esta niña y sus 7 hermanos.

Por el día dormían sus 8 horas, pero también jugaban, y asistían a clases ¿Pero cómo los llevaba Blancanieves si era de día y estaban fuera del sótano los estudiantes? Pues resulta que tenían una sala en el sótano donde vivía también una maestra jubilada, doña Lucía, a la que habían conocido una noche y que, como no tenía familia, se había quedado a vivir con ellos.

Doña Lucía siempre iba acompañada de Blancanieves y con ella les daba clase a sus hermanos de matemáticas, ciencias naturales, ciencias sociales y otras asignaturas.

Por la noche, cuando se iban todos los alumnos y profesores a sus casas, salían de su escondite para hacer sus necesidades, asearse, lavarse la ropa, limpiar y ordenar la casa, y sobre todo ir a la cafetería a comer tortilla, bolsas y chuches. Aquí se esmeraban especialmente en dejarla perfectamente limpia para que nadie sospechara de su presencia.

Todos los días Blancanieves y sus 7 hermanos limpiaban con mucho esmero el instituto para no dejar huellas de su presencia.

Cuando ya habían cumplido sus necesidades todos iban a la biblioteca del instituto a leer y conocer las novedades que iban llegando. La biblioteca era su sitio favorito. Allí se divertían con las aventuras de los cuentos y novelas, y viajaban con sus personajes por todos los países del mundo.

Pero a la biblioteca no solo iban a divertirse, sino que Blancanieves hacia estudiar a sus hermanos lo que Doña Lucía les había mandado.

Blancanieves, una noche fría y oscura de invierno, en la que en la que no se veía nada del
exterior, se cruzó por sorpresa con una conserje que nunca había visto. Ella conocía a todas las conserjes porque tenía un agujerito desde el que podría ver el espacio de la conserjería.

Blancanieves vio con sorpresa que llevaba una cesta con frutas y, que, en lugar de preguntarle qué hacía allí a esas horas, le dijo simplemente que si quería una de sus manzanas. Desconocía que se trataba de una bruja, la bruja que sale en todos los cuentos infantiles, que también había comido de la misma cesta para convertirse en lo que era.

Blancanieves no recordaba lo que en los cuentos pasa con las brujas y aceptó de forma confiada la manzana, de la que comió un trozo, cayendo desmayada al suelo.

La bruja la dejo en el suelo del pasillo toda desmayada, sin vida.

Dio la casualidad que aquella misma noche entró un alumno de 3º ESO por una ventana que estaba rota para recuperar la cazadora que se había dejado olvidada por la mañana. Era un chico muy guapo y de la misma edad que ella. Se trataba de un príncipe, pero él no lo sabía y se comportaba como otro más de su clase.

Cuando se encontró a Blancanieves desmayada en el suelo se quedó muy sorprendido. Se acercó a ella y se quedó deslumbrado de lo guapa que era, por lo que no dudó un instante en hacerle el boca a boca para ver si se despertaba.

Cuando Blancanieves sintió los labios del chico abrió los ojos y vio al chico con el que siempre había soñado. Aquello fue el principio de un amor maravilloso: se habían convertido en príncipes el uno para el otro, que sentian algo mutuo lleno de amor.

Lo que pasó a partir de aquí fue muy rápido: la convenció para que se fuera a vivir con él. Los siete hermanos y Doña Lucía decidieron quedarse a vivir en el mismo sitio del Instituto. Todos los fines de semana, aprovechado la ventana rota, Blancanieves y su príncipe entraban en el centro a verlos y pasar buenos ratos juntos.

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